Paseaban
a lo largo de la playa. El azul era intenso, casi añil,y la luz se
reflejaba en la indumentaria blanca de los más devotos. Llevaban de la
mano a sus esposas, refugiadas en prendas negras. Una mujer corría,
veloz, con mallas ajustadas, y los niños, los niños removían arena con
las palas.
El sol parecía detenido en el cielo mientras se oía la plegaria del imán. Y un espectro, con el ojo tuerto, tiró su bastón y se inmoló. “Dios es grande”, me pareció oír antes de que ella viera a su amigo reventado en el suelo con una pala infantil sobre su rostro.
El sol parecía detenido en el cielo mientras se oía la plegaria del imán. Y un espectro, con el ojo tuerto, tiró su bastón y se inmoló. “Dios es grande”, me pareció oír antes de que ella viera a su amigo reventado en el suelo con una pala infantil sobre su rostro.
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