miércoles, 14 de junio de 2017

Paseaban a lo largo de la playa. El azul era intenso, casi añil,y la luz se reflejaba en la indumentaria blanca de los más devotos. Llevaban de la mano a sus esposas, refugiadas en prendas negras. Una mujer corría, veloz, con mallas ajustadas, y los niños, los niños removían arena con las palas.
El sol parecía detenido en el cielo mientras se oía la plegaria del imán. Y un espectro, con el ojo tuerto, tiró su bastón y se inmoló. “Dios es grande”, me pareció oír antes de que ella viera a su amigo reventado en el suelo con una pala infantil sobre su rostro.

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