jueves, 18 de enero de 2018

TRANSPARENCIAS(II)
En la cima estaba el pueblo,o lo que quedaba de él. Confundidas con el roquedal quedaban unas siete casas en pie. Ni rastro de la ermita. Ni del campanario. Aparcó el coche y salió. A diferencia del comisario él no iba armado, no del mismo modo. Miraba la inmensidad de los montes con una mano en el bolsillo donde estaba la navaja. Desde allí arriba comprendió a las águilas, las ovejas desparramadas por la falda parecían miniaturas. El graznido de los cuervos le acompañaba al bajar aquella calle mínima. Casas vacías, como las piedras, como las ruinas. Supo, ya supo a cada paso que se le habían adelantado. Aunque yo no era nadie, ni para el periódico, quería la exclusiva y por eso se prestaba al juego. Hay estremecimientos que no los provoca el viento cortante y frío.
Texto y foto Santiago Santiago Mendez

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